Decisiones y consecuencias
En el Museo Internacional de la Esclavitud, en Liverpool, Inglaterra, se recuerda la devastación de generaciones de hombres, mujeres y niños. El precio que personas inocentes pagaron por la codicia de otros es horroroso… pero no solo ellos han pagado por lo sucedido. En la pared del museo, aparece grabada una profunda observación de Frederick Douglass, ex esclavo y defensor de los derechos humanos, que dice: «Ningún hombre puede encadenar el tobillo de otro ser humano sin, a la larga, descubrir que el otro extremo de la cadena está sujeto a su propio cuello». En toda acción deshumanizante, nos deshumanizamos a nosotros mismo.
Una creciente agresividad
En un viaje reciente, un auxiliar de vuelo me preguntó si volaba con mucha frecuencia. Cuando le contesté que sí, dijo: «¿No ha observado que la gente en las aeronaves están volviéndose cada vez más agresiva últimamente?». Tuve que confesar que estaba de acuerdo. Entonces, empezamos a hablar de cuáles podrían ser las causas; cosas como las crecientes medidas de seguridad aeroportuarias, los costos elevados, la disminución en los servicios y una insatisfacción generalizada con respecto a los viajes. Para confirmar que lo que decíamos era cierto, ¡nuestra conversación se vio interrumpida por un pasajero que no quería sentarse en el lugar que le habían asignado, porque le gustaba más el de otro!
¿Demasiado ocupado? ¡Nunca!
Unos estudiantes universitarios le alquilan una casa a mi hermana y a su esposo. Una noche, un ladrón intentó entrar a robar. Cuando la joven que vive allí llamó a la policía para decirles lo que estaba pasando, la operadora le respondió de una manera inusual: «Tendrá que volver a llamar por la mañana. Ahora estamos demasiado ocupados». ¡Qué respuesta tan perturbadora! La muchacha había hecho lo correcto al llamar a la policía, pero, por alguna razón, no prestaron atención a su pedido de ayuda. Esa clase de indiferencia decepciona.
Volverse bilingüe
En una sociedad que parece cada vez más indiferente al evangelio, ¿es posible comunicar la buena noticia a personas que no comparten nuestra fe?
Verdadera seguridad
Durante la Guerra Fría, un período de malestar entre las dos potencias mundiales más grandes en la segunda mitad del siglo xx, los estadounidenses vivían bajo la amenaza de una guerra nuclear. Recuerdo que, durante la crisis de los misiles en Cuba, en 1962, parecía que Estados Unidos estaba al borde del aniquilamiento. Para un alumno de sexto grado, era una situación muy angustiante.
Aguas torrentosas
Mientras estaba en Brasil, fui a visitar las Cataratas del Iguazú, uno de los saltos de agua más maravillosos del mundo. Las masivas cascadas dejan sin aliento, pero lo que más me impresionó del lugar no fue ni el panorama ni el agua que salpicaba, sino el ruido. Era más que ensordecedor; sentí como si el propio sonido me hubiese estado envolviendo. Fue una experiencia asombrosa que me hizo recordar lo pequeño que soy comparado con todo eso.
Invertir en el futuro
Jason Bohn era estudiante universitario cuando convirtió un hoyo en un solo golpe jugando al golf y ganó un millón de dólares. Aunque otros podrían haber despilfarrado ese dinero, Bohn tenía un plan. Como deseaba ser profesional de ese deporte, usó el premio como un fondo para vivir y entrenarse, y mejorar su talento deportivo. El efectivo se convirtió en una inversión para su futuro, la cual le dio sus dividendos cuando ganó el torneo B. C. Open de 2005 de la PGA (Asociación de Golf Profesional). Sin duda, su decisión de invertir a largo plazo en vez de vivir el momento fue sabia.
Deuda de gratitud
Dave Randlett fue alguien del cual puedo decir: «Por causa de él, mi vida nunca será igual». Dave, que se fue al cielo en octubre de 2010, se convirtió en mi mentor cuando yo estudiaba en la facultad y estaba empezando a seguir a Cristo. Él no sólo invirtió tiempo en mi vida, sino que se arriesgó a darme oportunidades de crecer y aprender en el servicio para el Señor. Fue el instrumento de Dios para que yo tuviera posibilidades de predicar y viajar con un conjunto musical durante mis años de estudio. Como consecuencia, ayudó a moldearme y prepararme para una vida como maestro de la Palabra de Dios. Me alegra haber podido darle las gracias en varias ocasiones.
El costo de pelear
En un documental sobre la Primera Guerra Mundial, el relator dijo que, si las bajas británicas ocasionadas por «la guerra para terminar con todas las guerras» marcharan en columnas de cuatro frente al monumento de guerra en Londres, la procesión llevaría siete días. Esta pasmosa descripción me perturbó al pensar en el terrible costo de los enfrentamientos bélicos. Si bien estos costos incluyen gastos monetarios, destrucción de propiedades y problemas económicos, nada se compara con la pérdida de seres humanos. Los que pagaron el precio más alto fueron los soldados y la población civil; precio que se multiplicó en forma exponencial con el dolor de los sobrevivientes. La guerra es costosa.
Controlador de mensajes
Mientras regresaba del trabajo a mi casa, escuché un anuncio por la radio que me llamó la atención. Era de un programa de informática que revisa los correos electrónicos a medida que se escriben. Yo conocía el «corrector ortográfico» y el «corrector de gramática», pero esto era diferente. El programa revisa el tono y la redacción de los correos para asegurarse de que no sean excesivamente agresivos, descorteses o maliciosos.